Apuntes de un escéptico

Si la elección es entre Martin Schulz y Jean-Claude Juncker, lo mejor es quedarse en casa.

Rajoy ha anunciado una tarifa plana de cotización a la Seguridad Social de 100 euros para los nuevos contratos. Primeramente se hacen depender las pensiones exclusivamente de las cotizaciones sociales, posteriormente se reducen las cotizaciones, más tarde se afirma que el sistema público de pensiones no dispone de recursos suficientes. Total que hay que reducir las pensiones. El círculo perfecto.

El presidente del Gobierno anuncia en el Debate sobre el estado de la nación que va a reducir las cotizaciones sociales. La propuesta ha sido muy bien recibida por el búnker mediático (casi todos los medios). Afirman que el dinero está mejor en el bolsillo de los ciudadanos que en Hacienda. Y yo me pregunto, ¿por qué en lugar de poner el dinero en la mano de los empresarios no la ponemos en las manos de los pensionistas y de los parados? ¿Acaso no son ciudadanos?

“Hay que liberar a las clases medias de la losa impositiva para que se reanime el consumo”, afirma un docto tertuliano a propósito del Debate sobre el estado de la nación. Y digo yo, ¿por qué no levantamos antes la losa del hambre y de la miseria de las clases bajas? ¿Es que estas no consumen?

El discurso político-económico ha llegado al máximo grado de irracionalidad y desvergüenza. Escucho a la secretaria de Estado de Empleo afirmar que la reforma laboral impide el despido. Todo un ejemplo de coherencia: el despido se evita abaratándolo.

El ministro de Justicia ha mantenido que la ley del aborto tiene un efecto positivo sobre la economía, incrementará la natalidad. ¿Quiere decir que incrementará el paro? ¡Qué buen ministro de Economía se está perdiendo Rajoy!

Ante el problema de Cataluña, defender que hay que modificar la constitución es lo más sencillo pero también lo más tramposo. Todos podemos estar de acuerdo en acometer su reforma, pero ¿hacia dónde? Ahí la división y el encontronazo serian evidente, y me temo que la postura que primaría no sería precisamente la que ansían los nacionalistas catalanes.

El Banco de Santander compra un 8% del Bank of Shanghai por 470 millones de euros. Circula una pregunta por las instancias económicas: ¿Por qué los bancos no dan crédito a los particulares? ¿Dónde meten el dinero? La respuesta parece clara, y además con toda clase de beneficios fiscales.